El peligro de extinción del oso de anteojos sudamericano, llamado también oso andino, no está determinado por el factor alimentación, pues tiene a su disposición una abundante oferta de frutas y vegetales silvestres, sino por la destrucción o «fragmentación» de su hábitat.
Esto significa, según trabajos de campo de los biólogos que sus lugares de residencia son invadidos por agricultores, extractores forestales, cazadores y otras formas de actividad humana.
A diferencia del oso panda que está limitado a consumir el bambú, el oso de anteojos es 90% frugívoro y vegetariano y 10% carnívoro, y prefiere por sobre todas las especies de su entorno, a las bromelias conocidas como «achupallas», una planta parecida a la «penca» que crece en forma epífita sobre la corteza de los árboles y la superficie de las formaciones rocosas.
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